nuestra historia

En el año 2004, mientras Paul Luzuriaga buscaba fincas rurales para invertir, encuentra una propiedad en Bajada de Chanduy, provincia de Santa Elena, Ecuador. Una zona sin lluvias, sin acceso a riego y que fue deforestada en la década de los ‘60s, cuando empezó la explotación petrolera. Los suelos de esa propiedad estaban tan deteriorados que no servían para ningún cultivo y solamente se encontraba algunos arbustos espinosos. En lugar de desecharla, Paul asumió el reto de intentar recuperar esos suelos áridos mediante técnicas de reforestación. Así nace la Fina Experimental La Delfina.
Tras varios años de investigación en campo, se logra una metodología de reproducción y crecimiento de especies endémicas que no solo sobrevivieron, sino que crearon microclimas y se inició la restauración ambiental de la zona. A partir de ahí, hemos seguido el desarrollo de la metodología, para lograr escalas mayores y adaptarla a otras zonas desérticas.
Para lograrlo, hemos logrado un acuerdo con una comunidad de Progreso, provincia del Guayas, Ecuador, para que aporten el terreno para iniciar un nuevo vivero de al menos 10,000 árboles endémicos, que estarían listos para trasplante en aproximadamente 1 año. Y hemos organizado una campaña de donaciones para cubrir los costos de montaje y operación del vivero, con una meta de USD 10,000. Apreciamos mucho tu aporte AQUÍ.
Actualmente, el primer lote de 7000 árboles sembrados hace 15 años, está saludable y cercano a llegar a la edad de corte de 25 años. Recientemente, hemos recibido una propuesta de la Fundación Bellamada, una ONG de desarrollo comunitario, interesada en adquirir todos los derechos sobre la tierra y árboles de la finca experimental La Delfina, para destinarla a fines de investigación y conservación. La Fundación va a trabajar en los detalles de esa propuesta para hacerla viable.